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Hace exactamente siete años más dos días, en el estadio de los Tigres de Detroit, apareció un Corvette detrás del plato… un premio de consolación al pitcher que tiró un juego perfecto… que no fue. En la opinión de quien escribe se trató de una decisión acertada, pues este extraordinario pitcher venezolano merecía una satisfacción después de lo vivido el día anterior.

Debemos reconocer la hazaña deportiva del venezolano, quien lanzó una obra maestra en la que maniató en 26, no, 27 turnos a los Indios de Cleveland. Tiró un juego perfecto sin lugar a dudas y hubiera sido oficialmente el tercero de la temporada 2010, que recordaremos como la del «pitcheo» en menos de un mes. Sin embargo, el out 27 fue cantado safe en primera. Las decisiones de apreciación, bien dice la regla, son inapelables y ésta en particular fue inapelablemente errónea.

Lo que sucedió después fue algo que me hace reflexionar sobre la calidad humana de los héroes deportivos. Ya quisieran Kobe Bryant o Ben Rothlisberger tener la categoría de Galarraga y del umpire Jim Joyce. El reconocimiento del primero que la decisión fue errónea pero honesta y la humildad del segundo para acudir a ofrecer disculpas consciente de la trascendencia de su error, son ejemplo para propios y ajenos de este deporte.

Por si fuera poco, el umpire principal reicbió de manos de Armando Galarraga el line up del juego que los Tigres ganaron 12-6 a la Tribu de Cleveland. El conmovido Joyce, le dio un apretón de manos al pitcher que no dejó de sonreír. En la tribuna había una mezcla de aplausos y abucheos, pero nadie puede negar que ese gesto cerró de la mejor manera posible un evento que pudo haber terminado en tragedia. Así de hermoso es el beisbol, queridos lectores.

 

PGF

@afi_escarlata