Hace exactamente setenta años, el 6 de junio de 1944 se llevó a cabo la invasión anfibia más grande de la historia. Las tropas aliadas comandadas por Dwight Eisenhower invadieron la Francia ocupada por los Nazis para dar inicio al final de la Segunda Guerra Mundial, un conflicto que arrancó la vida a poco más de sesenta millones de personas. Ese mismo día, llamado comúnmente «Día D», se cancelaron los juegos en todos los parques de pelota de los Estados Unidos.

Investigadores de Cooperstown calculan que aproximadamente 500 peloteros de Major League Baseball (MLB) se unieron a las fuerzas armadas norteamericanas entre 1941 y 1945. Entre ellos nombres importantes como Bob Feller, Joe DiMaggio, Stan Musial, Phil Rizzuto, Jackie Robinson, Pee Wee Reese y Ted Williams, así como dos que participaron en el «Día D»: Yogi Berra y Leon Day, que ahora tienen placas en el Salón de la Fama.

Cualquiera que haya visto la película «Rescatando al soldado Ryan», sabe que el cruento ataque a las playas de Normandía, si bien fue un duro golpe al ejército alemán, también costó muchas vidas de jóvenes aliados que sirvieron de carne de cañón. Se cree que el 70% de los soldados novatos como Yogi Berra fallecieron en el asalto. Afortunadamente, el soldado Berra sobrevivió para tener una brillante carrera en MLB. Nada más fue receptor en el único juego perfecto en Series Mundiales y es una fuente inconmensurable de aforismos beisboleros.

Antes del «Día D», solamente una vez se habían cancelado los juegos de MLB, en 1923 cuando murió el entonces Presidente Warren Harding y después de la Segunda Guerra Mundial, en 2001 cuando Selig decidió suspender la temporada durante una semana después del ataque al WTC en Nueva York, pero ¿Por qué no se suspendió el béisbol en 1941 cuando los norteamericanos entraron a la justa mundial?

El 7 de diciembre de 1941, una flota de aviones japoneses atacaron y masacraron Pearl Harbor en Hawaii, hecho que desató la declaración de guerra de los Estados Unidos a los países del Eje y su inmersión en el peor conflicto armado de la historia. Poco después, el entonces Comisionado de MLB, Kenesaw Mountain Landis envió una carta al Presidente Roosevelt en la que contemplaba suspender las actividades de la MLB, pero la respuesta del mandatario sugirió que sería mejor para el país que el béisbol continuara y así fue.

La bendición del Presidente causó sentimientos encontrados entre la opinión pública, porque si bien algunos peloteros fueron enlistados desde el principio de la guerra, un buen número de hombres jóvenes y en buena forma se quedaron en segura tierra norteamericana para jugar pelota en lo que para muchos fue evadir sus obligaciones patrióticas. Sin embargo, el béisbol fue un gran paliativo y como escribió un soldado raso para la revista Sporting News: «El béisbol es parte de la vida norteamericana. Si lo quitan, estarán quitando también parte de la vida de los ciudadanos, de los solados y los marinos».

El papel de la mujer durante los años del conflicto fue primordial. Las fábricas, sobre todo las relacionadas con armamento y pertrechos de guerra funcionaron gracias a la fuerza laboral femenina. Alrededor de seis millones de esposas, hermanas y novias de los soldados eran conocidas popularmente como «Rosy la remachadora» y nuevamente el béisbol no se quedó atrás. La película «A League of Their Own» se inspiró en un grupo de mujeres que jugaron béisbol durante la guerra y que también tienen un espacio en el Salón de la Fama de Cooperstown.

Estamos acostumbrados a ver como héroes a los peloteros que realizan grandes hazañas, pero no está de más saber que muchos fueron capaces de vestir un uniforme para defender a su país al otro lado del mundo. Si antes admiraba a Yogi Berra, hoy lo tengo en mi baldaquín particular.